sábado, mayo 04, 2013

Entre(ella) /1


Pienso entre dientes que permito el olvido como paso previo del instinto aterrador de buscarte. Como paso previo de arrancarme las pestañas y compararlas con las tuyas. Como un paso descuidado de arrogante grito que susurra entre tus piernas y tus miradas. Pienso entre sueños las huellas de aquello que fue recorrido, que fue desmembrado de un todo fantástico… de un todo que combina esencias y ansias, que se muestra prejuicioso de mí con vos, de vos con este arrebatamiento de impaciencia y de desidia. Busco apesadumbrado las huellas de ese todo. Todo que no es nada, que es nada para el todo y todo para mi… para mí que soy nada. Sin vos en mis juegos, sin vos en mis besos, sin vos en mis tormentos. En esos que la oscuridad teme, en esos que electrifican el alma que corre sin volar, que abraza sin tocar y que alerta a todos que aquel todo ya no es nada, ya no es de ellos. Ellos buscan en un índice de cronológica agonía el próximo capítulo desolador. Ellos miran sus manos envejecer solitarias. Tendidas con broches de madera hinchada y rancia en largas sogas de peces temblando sin agua, sin aire. Ellos saben que se pertenecen, que nada puede cambiar eso del todo, de su todo. Entonces el instinto se convierte en menguada claudicación. En tronos de amor soberano, despóticos de miradas cautivas y cabellos flotando en vientos imperecederos de ardientes pasiones. La angustia la invade, la toma por sorpresa en sus expresiones distantes y desinteresadas, que como tales no tienen respuestas… no encuentran la salida del río bravío, de la magma férvida que invade su  cuerpo de mariposa. Él conoce esa idea, la vive junto con ella. Se transporta a sus alas y disfruta el vaivén de sus labios, que hacen juego con su pelo y sus ojazos. Herido de muerte sostiene aquella sombra sublime para retenerla. Y ante el tropezón prefiere quemar sus rodillas a soltarla y perderla. Ellos permiten el tiempo y el deseo, ellos reciben los vapores de la resurrección y esperan vanidosos los sollozos del rose olvidado de sus risas, de sus abrazos. Así van, juntos sin saberlo. Sus destinos se cobijan para un invierno venidero… que espera impaciente llenar las tazas de café y sentir sus piernas arroparse en una minimalista caricia de amor desconsolado.