sábado, diciembre 22, 2012

SILENCIO

Eso que es lo más difícil de contar. Eso que ocupa un lugar en el no lugar… lo más difícil de explicar, de entender. Verdad de perogrullo: no estamos acostumbrados a hablar con silencios, debemos decir con palabras; o quizás mejor y creo que así lo diría Pero Grullo: cuando no estamos en silencio, es porque estamos hablando. Y así es como decimos sin decir… así es como nunca podríamos poder hablarle a Funes (que recordaría cada una de nuestras banalidades), así es como tus palabras chocan contra las mías sin poder tocarse, sin poder mirarse. Las palabras ocupan todo el espacio, todo el medio. Somos seres de palabras. El silencio se volvió costosamente sostenible… y nadie se pregunta cómo alguien puede entender tus palabras sin poder entender tus silencios. Ya nadie se da cuenta que las palabras perderían sentido, si el silencio no fuera percibido como peligroso. Es entonces ese tiempo ofuscante, aburrido… que hay que tratar de evitar. Pero no puedo evitar mirarte… hablándote con los ojos, con alguna mueca, con algún suspiro. No puedo evitar la comisura de tus labios, esos que no necesitan palabras, esos que quieren que en algún momento escampe y ponen el no lugar en juego con miles de palabras… con razones y silogismos, con tambores y largas espadas. Pero saben entre ellos, sólo entre ellos que el tiempo del silencio ha llegado. Saben del secreto y el misterio. Saben del destino y la asimetría. Se sienten más cómodos. Pueden descansar de movimientos, pueden relajar las sonrisas forzadas y el constante llanto inexplicable. Ese que como el silencio esta siempre, en la eventualidad, que queremos creer no entender… pero que sabemos necesario en la tristeza, que sabemos necesario en la costumbre. Ellos hace tiempo se dieron cuenta que las palabras son finitas, se agotan y nos dejan sin poder decir, sin poder contar. Los silencios por el contrario son inacabables… siempre distintos. Un silencio con mi mano en tu cara, nunca será el mismo cuando mi mano este en tu cintura. Mi silencio nunca chocará con tus palabras, sino que ávido de amor las recibirá para atenuarlas, comprenderlas… cuidarlas. Tu silencio nunca colisionará con el mío, pues ellos no ambicionan el lugar… ellos no tienen nada que perder (ni que ganar). Sólo quieren ser tenidos en cuenta, salir de su invisibilidad, salir de su destierro. Ellos quieren mostrar su utilidad. Dar un nuevo valor a la comprensión, a la imaginación y al tiempo de realización. Entonces pensemos en el sonido del silencio, en la palabra no dicha, en la percepción de lo otro… eso que tus ojos me dicen cuando no me miran, pero tus manos espían de reojo. El silencio es dejar de escuchar con los oídos, es dejar de tocar con las manos, es dejar de ver con los ojos. El silencio es sentir que alguien te mira cuando estas de espalda, es sentir que alguien está hablando de vos en algún lugar, es sentir el escalofrío de una sonrisa. Es percibir lo que nos rodea que descartamos y olvidamos. Es saber que me gustas así… sabiéndote a medias y que en nuestros no lugares y olvidos, somos implacablemente silenciosos.