jueves, mayo 22, 2008

SIN (más) /2

Tuyo de vos mío…ido de vos, tuyo. Soluble concreto de piezas armables. De corazones penables, de almas con sombra. Tuyo. Vos mía, de él. Más mía que de él, lo sé. Arribo arriba el bajo escalón que subo. Debajo bajo el beso altivo distante, deseado. Deseo desearte amándote extraña silueta de grandes pestañas que extraño. Rebano en vano el mío orgullo, de vos tu me ignoras. Café letárgico, sin vos. Sin café sin fe, que tuyo me quedo, mío el tuyo, que tuyo me voy. Mía como tuyo, no huyo… corazón cobarde, escarlata de lata llorando la mía, que tuyo amor sin figura. Que mío se pierde, lejano pasado de presente futuro. De flores rojas como pétalos de flores rosas, de verde tallo, te detallo ese talle que me enloquece, que me pierde perdido el instinto de bendito sexo. De bendito amor. Azar de largas mangas, de risas sonrientes… de vos conmigo sin nadie. Conmigo me quedo, soledad que me escucha, me quedo contigo. Me alejo de vos. Te pido la risa de mal humor. Te cambia la vida, impaciente respiras. Se pasa el tiempo a destiempo nos encontramos. Sabemos ignorante lo que todos presienten. Yo tuyo, tú yo mío, yo tú yo. Pero tuyo siempre, como una decisión divina. Dogmática, rotunda, ortodoxa, fidedigna. Pesado etéreo me vuelvo gateando, lastimado vuelo liviano por tus pensamientos. También te pienso, distinto imagino el destino sublime de tus piernas soberbias. Invierno de verano. De calor subterráneo, tiempo de distancia, tiempo de un abrazo. Un beso en la frente, en tu clavícula que me encanta. En tu pelo que provoca, en la cola de sirena… aturdido no escucho el silencio que grita ese grito callado, ese piano sin cuerdas. Te cambio mi vida que es tuya, de vos que sos mía. Lo concreto soluble, lo armable en piezas. Las penas corazonadas, y esa sombra desalmada. Me dice continuamente que te hable, que te diga… con confiese insolente, impertinente… este amor que me agobia, que me aplaca, que me rompe, explota, atonta… este amor que no se conoce, que no se sabe… que se mira y te ve. Que te dice al oído, bien cerquita, susurrando: “vos mi amor, yo tu culpa… vos mi muerte, yo tu vida”.