martes, marzo 11, 2008

Química física

Juego de roces, te digo no te digo, te miro, me miras, no te miro.
Las copas se aceleran, la lengua se desarma
y asi quedamos vos y yo,
expuestos al segundo eterno, al morboso instante
en el que solo resta firmar el pacto de silencio,
el acuerdo ciego en el que no juramos más que desear,
desear y listo,
cada uno por donde vino y a otra cosa.
Cobardía tal vez, respeto no sé;
en fin, el tratado que nunca fue y el silencio.
La ausencia.
Son tantas las palabras que definirían una pausa;
pero bastó con un chau, suerte, nos vemos, perdón o lo que fuere.
Remordiendome entre dientes
me voy tratando de acomodar ese lio de frases sueltas en mi cabeza,
escupidas
al viento como un estornudo,
una lluvia de pensamientos que moldearon este vacio.
Después vino la culpa, ¿la culpa de haberlo dicho o de haberlo pensado?
No lo sé. Elecciones.
Si tan solo pudiera ver lo que el viento no se va a llevar
antes de que la tormenta me moje los zapatos.
Si tan solo una vez me atreviera a darle la razón a la razón.
Pero claro siempre yo tan fría y siempre vos tan cálido ¿para qué?
Para intentar inventar algo que nunca quiso existir. Insistir.
Eso fue, insistir en sentir; sin sentido.

"(eso dirías vos) No pienso asi, pienso distinto, pienso mucho.
Debe ser eso, dejar de pensar. Hagamos. Somos nuestros.
Y sigo insistiendo, porque te puedo sentir."